La invasión de Rusia a Ucrania impactó en pocas horas en el mundo de la información y las redes sociales, al punto de que Twitter decidió etiquetar algunas cuentas personales de periodistas que colaboran en los medios Russia Today y Sputnik con una leyenda que reza «medios afiliados al gobierno ruso» debajo de su nombre.
La compañía defiende la medida como una estrategia para «ofrecer más contexto y transparencia», pero hace peligrar la pluralidad de voces en las redes, estigmatiza a periodistas y devela una «línea editorial» de la plataforma ante el conflicto bélico en suelo ucraniano.
¿El «etiquetado frontal» de periodistas en las redes es una garantía de transparencia o afecta la libertad de expresión? ¿Es otro «efecto colateral» de la guerra o una medida extralimitada? ¿Tiene sentido que, a los fines de garantizar transparencia, Twitter asimile a los periodistas con el medio en el que trabajan o es estigmatizante? ¿Cómo es el sistema de decisiones que lleva a etiquetar individuos y en qué se basa?
Días después de que los tanques rusos cruzaran la frontera con Ucrania, las redes sociales se convirtieron en un campo de batalla ampliado.
El 28 de febrero, varios periodistas colaboradores, part time o full time, de Russia Today (RT) y Sputnik en Europa y América Latina amanecieron con la noticia de que Twitter había añadido la leyenda de «medios afiliados al gobierno ruso» en su biografía de la red social para, supuestamente, «proteger la conversación».
«Twitter comenzó a etiquetar las cuentas operadas por medios de comunicación afiliados al gobierno a fin de obtener más contexto transparencia. Identificamos tu cuenta como afiliada a un gobierno y le aplicamos una etiqueta. Si tenés preguntas sobre esta etiqueta enviá un correo electrónico”, fue el mensaje que recibió el periodista y sociólogo Marco Teruggi, colaborador en Página 12, Crisis y Sputnik en Argentina.
El periodista uruguayo Sergio Pintado, colaborador de Sputnik en su país, recibió la misma alerta y etiquetado. «Trabajo para Sputnik. Sin embargo, eso de ninguna manera quiere decir que mi cuenta personal esté al servicio del gobierno ruso y mucho menos que comparta todas las políticas de mi empleador. Etiquetar periodistas por el medio en el que trabajan es antidemocrático y violento», sostuvo en un descargo.
Lo mismo le sucedió a la periodista Esther Yáñez de España. La leyenda de «medios afiliados al gobierno ruso» también se multiplicó en los timelines cada vez que un trabajador de prensa compartió un link de esos medios para citarlos como fuente.
La jefa de redacción de RT en Uruguay, Patricia Lee, contó que reportaron casos en Latinoamérica y en España.
Según explicó, a diferencia de otros medios y cadenas de información, RT no tiene una política sobre cómo se deben presentar los periodistas en las redes.
«Cada uno hace uso de su cuenta como individuo, a su gusto. El que quiere pone dónde trabaja, pero no es algo que RT les pida», sostuvo, en una aclaración que dice mucho sobre hasta qué punto aquellos «etiquetados» están por fuera del alcance del criterio editorial y organizacional del medio.
En tal sentido, para el investigador del Conicet y profesor de la Universidad de Quilmes y la Universidad de Buenos Aires Martín Becerra, el etiquetado de todos los tuits de esos periodistas no aporta contexto ni transparencia.
«Al revés: confunde a los usuarios, es abusivo con periodistas al asimilarlos a medios, es sesgado y opaco -como mínimo- en el etiquetado de algunos sí y otros no, y es una peligrosa marca para posibles agresiones», enfatizó.
Por su parte, Natalia Zuazo, especialista en política y tecnología y autora de «Los dueños de internet: Cómo nos dominan los gigantes de la tecnología y qué hacer para cambiarlo», explicó que la política de Twitter es errática en cuanto al etiquetado.
«Otras plataformas, con más ingresos y áreas de políticas públicas más importantes y desarrolladas, tienen más establecido cómo moderan contenido: desde lo algorítmico, reduciendo el alcance o con la censura, el caso más extremo», indicó.
«Twitter, en cambio, tiene una política muy errática. La censura a la cuenta de Donald Trump tras la toma del Capitolio se suma al banneo de publicidad política después del affaire de Cambridge Analityca. Porque en definitiva es muy complejo definir qué es político y qué no es político», finalizó.